A grandes rasgos, cada uno de estos vinos está orientado a determinado tipo de guisos o alimentos. El público ha llegado a interiorizar estas ideas clave, que hoy en día están bastante asumidas:
El vino tinto se suele asociar a las carnes, por su sabor, aroma y estructura.
El vino blanco se sirve frecuentemente para acompañar pescados y mariscos. También pastas, arroces…
El vino rosado es perfecto para aperitivos, mariscos, vegetales, huevos y arroces.
¿Estáis de acuerdo? ¿Pensáis que esto es una ley inamovible?
¿Con qué plato maridaríais este vino?